12 de agosto de 2013

Mas grasas Ferroviarias

Otro interesante articulo de Javier Golf, esta vez ampliando el de grasas ferroviarias dando mas recetas y detalles interesantes. 

Leyendo el interesante blog de Paco, al terminar de ojear el artículo sobre la grasa lubricante utilizada en el siglo XIX en los ferrocarriles, me he animado a compartir con los lectores otras “recetas” para conseguir grasa consistente y adecuada para sus diversas funciones, todas ellas reales y ampliamente utilizadas por las antiguas compañías.

Es importante tener claro que cada pieza necesitaba aceites o grasas específicas, no valía la misma para engrasar unas cajas de grasa que, por ejemplo, para el mecanismo de los cilindros de una locomotora. Se utilizaba una amplia gama de grasas y aceites diferentes, asimismo, debéis tener en cuenta que no existían los aceites o grasas sintéticos, por lo que las grasas y aceites usados siempre tenían origen animal o vegetal, con la excepción de los primitivos derivados del petróleo. 

El aceite se usaba lubricando mechas textiles, que se iban impregnando gota a gota de aceite proveniente de pequeños depósitos o aplicados con aceiteras; obviamente, el aceite por sí solo tiene poco tiempo de permanencia sobre la pieza a lubricar, y fácilmente se evapora con el calor o se ensucia con el polvo. Por eso, y aunque muchas piezas precisaban tan solo aceite, el grueso de la lubricación se obtenía mediante grasas. El sistema para obtenerlas variaba mucho, pero básicamente se trataba de obtener una mezcla de aceites y grasas de origen animal y/o vegetal con aditivos minerales que sirvieran como espesantes. Veamos algunos ejemplos de aceites y grasas.

.- Una medida de sebo de Rusia (sebo de carnero, importados de Rusia) y otra igual de aceite de oliva calentados a 30 º c. Con ésta fórmula se obtenía un aceite adecuado para lubricar los émbolos de las locomotoras.

.- Una medida de grasa de carnero y otra igual de grasa de vaca, calentados a 30 º c.. Con ésta, se obtenía un aceite adecuado para evitar la oxidación en las bielas de los émbolos. Estas bielas incorporaban un depósito para el aceite, que escapaba gota a gota y discurría por una acanaladura que las bielas llevaban grabada. Este aceite servía asimismo para empapar la estopa incorporada en las cajas de grasa del material remolcado.

.- Dieciséis partes de plombagina  (grafito en polvo) y ochenta y cuatro de sebo de cerdo. Se obtenía una especie de pomada, más resistente que aceitar tan solo.

.- Ciento veinte partes de sosa por ocho mil de agua; una vez bien mezcladas, por cada mil partes de esta mezcla se añadían mil quinientas de sebo animal y tres mil de aceite de palma. Se calentaba a 93 º c sin cesar de agitar, y se reducía la temperatura paulatinamente hasta los 15 º c, obteniendo una grasa de textura similar a la manteca.

.- Una variante a esta receta, era usar las mismas ciento veinte partes de sosa por ocho mil de agua añadiendo ocho mil partes de aceite de linaza y setenta y cinco partes de sebo animal, calentando la mezcla a 93º c.

.- Cincuenta partes de plombagina , otras cincuenta de manteca de cerdo, cincuenta más de jabón verde y cinco partes de mercurio. Se amalgama el mercurio con la manteca de cerdo, se añade luego la plombagina y por último el jabón, sin dejar de remover.

.- Ciento veinte partes de sebo blanco, cincuenta partes de aceite de pescado, veinte partes de resina, dieciocho partes de sosa y ciento noventa y dos de agua. Se derretía la resina calentándola, se añadía luego el sebo, luego el aceite de pescado y a continuación se almacenaba la mezcla en un tonel provisto de agitador, se añadía la sosa diluida y tibia y se agitaba la mezcla y se dejaba reposar hasta que espesara. Esta grasa era adecuada para engrase de piezas móviles en los vagones.

Y es que en los coches de viajeros no se utilizaba, puesto que supongo ya que todos los lectores se habrán dado cuenta del olor que, bien calientes en plena marcha, harían semejantes grasas. Y por esto en los coches se solía usar una mezcla de aceite de nafta y petróleo con jabón gris, que daba como resultado una grasa negra que olía menos mal que las demás. En realidad, eran los únicos aceites minerales usados. A finales del siglo XIX se estaba experimentando con ellos, con fórmulas todavía poco usadas en los ferrocarriles. Veamos algunos ejemplos.

Una parte de aceite pirogenado de resina con noventa y seis partes de sub-acetato de plomo; otra receta sería destilar de cinco a diez partes de resina sobre cien de cal, y el aceite obtenido diluirlo de forma que de dos a cinco partes de aceite se disuelvan en cien partes de sosa, añadida gota a gota. 

Y una tercera receta sería destilar resina, y el producto obtenido mezclarlo en proporción de una parte de elixir de resina con diez de sebo animal, diez de talco en polvo y cinco de cal. Para ello, en un tonel con agitador se vierte el aceite o elixir de resina, se añade el sebo derretido, luego el talco y por último la cal, agitándose todo hasta cinco minutos después de verter el último ingrediente; la mezcla obtenida se cuela y se solidifica muy pronto, en forma de grasa. Como veis, el talco sirve para espesar la grasa, mientras que el sebo impide que se endurezca formando una costra en los ejes.

Fdo. Javier Golf





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