7 de julio de 2013

Las briquetas de carbón

Las briquetas de carbón
Francisco Pons

A finales de 1866, la tracción de los ferrocarriles corría a cargo de un ejército de maquinas de vapor que como combustible utilizaban agua y carbón. Este último material generaba una gran cantidad de polvo y pequeñas partículas que se amontonaban a lo largo y ancho de la geografía ferroviarias española.


Muchos fueron los intentos por aprovechar este material ideando varios hogares y rejillas especiales para poderlos utilizar, sin embargo la utilización de polvo y menudos de carbón ahogaba el fuego de la caldera y no dejaba circular el oxigeno necesario para la combustión, tercer material combustible de las locomotoras de vapor que siempre olvidamos.

Viendo el problema que representaba y el coste del material no consumido se ideo una solución práctica,  que era aglomerar el polvo y menudos en bloques formando ladrillos o como eran denominados en la época “panes”.

Los bajos presupuestos con que contaban las concesiones del ferrocarril, hicieron que D. Luis Ruviere, Ingeniero de la línea de Zaragoza a Barcelona, idease un sistema de compactación a la par que eficaz, económicamente viable para el aprovechamiento del carbón menudo y el polvo del mismo.

Consistía en calentar el carbón en polvo y partes pequeñas en una caldera y añadirle un 10% de brea seca y un 2,5% de alquitrán, los cuales previamente se habían fundido por separado, cuando al tacto se veía que la brea estaba bien distribuida entre el carbón, se introducía en unas cajas de madera que hacían de molde y se les daba la presión necesaria con una prensa de tornillo. Una vez desmoldada la briqueta o “pan” ya tenía la consistencia necesaria para ser transportada y utilizada como combustible en las locomotoras o calderas de industrias.

Los costes estipulados en el proyecto de D. Luis Ruviere contemplaban que cinco hombres podrían fabricar al día tres toneladas de briquetas a un coste de 28 reales, incluido los aditivos para su preparación. Si se automatizaba el proceso con maquinaria, la producción aumentaba a 14 toneladas diarias con el jornal de seis hombres y tres muchachos.

La línea de Zaragoza a Barcelona fue la primera en España en adoptar este tipo de combustible y su uso demostró mejores resultados que los procedentes de fabricación extranjera.
El proceso como tal también se aplico a los altos hornos, los cuales tenían el mismo problema que las compañías ferroviarias, el aprovechamiento del polvo de carbón y sus menudos.

A raíz del sistema autárquico del General Franco, este fue uno de los sistemas que permitió no depender del comercio extranjero para el funcionamiento del ferrocarril.


Fabrica de carbones Salvador, procesadora de carbón y fabrica de aglomerados “Briquetas” y “Almendras” sita en el barrio de la Malvarrosa de Valencia con acceso a las líneas de Norte a través del ramal de la Canteras del Puig. 1929

Siguiendo el mismo proceso del Sr. Luis Ruviere, se fabricaban también unas piezas de carbón aglomerado del tamaño de una pelota de pin pon, con forma de almendra para el encendido de las locomotoras y que se usaban también como combustibles de caloríferos, sobre todo en talleres y casetas guardabarreras, aunque esa es otra historia…



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